martes, 21 de diciembre de 2010

Cardamomo



Lo vivido deja su rastro. Los lugares en los que he permanecido más de lo normal han dejado un manojo de añoranzas que regurgito sistemáticamente. Hoy, al olor de un girón de aire añoré los chicles de cardamomo que masticaba y masticaba en Guatemala. Y la cara de Mara. Y sus manos fuertes y trabajadas con las que envolvía las mías, al despedirse, sonriente. Mara no volverá a acunar nada en sus manos ásperas y maternales. Ayer dejó de sonreír. Cerró los ojos tras el impacto de una bala descontrolada.

7 comentarios:

nueva gomorra dijo...

Que descanse en paz entonces.
Un saludo.

mariajesusparadela dijo...

Dolores gratuítos por la mano del hombre.

Alamut dijo...

La paz con la que no vivió. Sí, dolores gratuitos....
Besos

Tesa dijo...

Vaya.
Qué triste.

La paciente nº 24 dijo...

Lo peor de las balas son los dedos que aprietan los gatillos.

Duro.

Royaleconqueso dijo...

Pero su buena energía quedará.

LaCuarent dijo...

Lo siento mucho amiga, pero en tu corazón amiga siempre permanecerá.
Besotes