sábado, 8 de mayo de 2010

Paciencia


(Paseo de los Enamorados. Sargadelos. Lugo)

La aldea quedaba aplastada por la luz de la tarde. En la última casa, camino del río, la diminuta figura de una anciana, era un espectro sentado sobre un tosco tronco, montón de huesos plegados entre la madera y la piedra de la pared. Con la cabeza cubierta del negro compañero de toda la vida, apenas sentía el roce de los rayos del sol de primavera. Pensaba que el frío de la muerte iba metiéndose en sus entrañas poco a poco, hasta el día en el que terminará apoderándose de ella y la llevará al otro lado del valle, a la tumba donde ya reposaban todos sus compañeros de vida. Las manos sarmiento, deformes, alisaban incansables el delantal de negrura intachable. Era una manera de medir un tiempo de descuento, regalado e inútil. Había enterrado a padres, hermanos, un marido y cuatro de los cinco hijos que parió de pie. Un día, tres de ellos subieron a un camión con la pasión encendida por los ideales y ciega la razón. Sólo volvió uno, envuelto en alcohol y enfermedad que malvivió entre los insultos de los ganadores y la indiferencia de la vida tres años después. Su marido pasó perdido en el monte más de un año, esperando a que los vencedores se olvidaran de que había nacido. No hubo suerte y terminó en una cuneta, sin testigos, sin marcas, sin lugar donde ir a llorarle. Entonces, aún bullía su pasión, pero el dolor sembró en ella la semilla de la paciencia, la paciencia de esperar a que no suceda nada, la paciencia del vacío de la muerte.

A su lado, una chiquilla que acaba de entrar en la adolescencia, se mueve impaciente sobre un pequeño taburete. Lleva el vestido que estrenó el jueves santo, estrena cinta en el pelo y una sonrisa que inaugura una vida. Sabe todo lo que hay que saber de tormentas y canículas, de animales y cosechas, de fogones y labores; desde que pudo ponerse en pie trabaja, como uno más en la casa. Pero sólo hace un par de semanas que la han parido a la vida, hace sólo dos semanas que ha descubierto la esencia, el nombre, el contorno real de las cosas. Hace dos semanas ha aprendido a soñar y a tener esperanza. El día del santo patrón, una compañía de cómicos pasó por aquel lugar que ni siquiera aparece en los mapas. Sembró la aldea de cabriolas, trucos, relatos, risas y amor. Ella se miró por primera vez en los ojos de otro y un olor a heno y saliva se metió en su alma a partir de esa noche. Hoy su cómico vuelve, ternura en las manos, fuego en la boca.

La tarde avanza impasible, imparable, el silencio como único rumor. Las dos esperan, paciente a la muerte, impaciente a su amado. El sol se oculta por fin llevándose luz y esperanza. Nadie bajó vereda abajo, junto a la línea de álamos hasta su puerta. Las dos, con idéntico frío ancestral, abandonan su asiento. Una esperará a su pálida visitante durante la noche. La otra, siente cómo prende en ella la semilla de la paciencia, cómo crece en sus entrañas el ser que lleva dentro.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nota para los seguidores de "En la boca del pez"

El blog en la boca del pez ha dejado de editarse y lo borraré a lo largo del fin de semana. Sin embargo, podéis encontrar todo el material publicado en él en este otro blog: http://ocurrenciasajenas.blogspot.com/

Gracias por haberme seguido durante todo este tiempo. Disculpad las molestias.

MBI dijo...

los dos...+ foto...!!

Alamut dijo...

MBI, gracias por tu comentario, pero se me hece un puntín críptico y no sé si llego a entenderlo en toda su dimensión ...

mariajesusparadela dijo...

Entro a agradecerte tu visita y me encuentro esta hermosura. Cuenta conmigo ya, mientras tenga minutos.
Gracias.

Alamut dijo...

De veras, Maria Jesús, espero poder cambiarte mis palabras por tus minutos, espero poder enriquecerme con tus palabras y que tú disfrutes de las mías. Sólo dejo que ellas exploren lo que hay dentro de mí y tengo tanta necesidad de compartir, desde este minúsculo ser. Gracias de nuevo pro tus palabras...
Besos